Consciencia.
Como un fogonazo de luz que no se acaba se cuela una frase por los intersticios que dejan las palabras dictadas por el sufrimiento más intenso: «No me ¡Ríndete, no luches! amas». Me fío de mí mismo, obedezco, y ahora: respiro y no opongo, respiro y no opongo. Es cuando el